jueves, 19 de noviembre de 2015

Mar del Plata Indie Rock


El Teatro Auditorium fue el escenario del Mar del Plata Indie Rock, el evento que juntó a tres bandas: Wild Nothing, llegados desde Estados Unidos, y los marplatenses de Río Pardo y Altocamet. Una cita de 3 horas con todos los condimentos del rock alternativo que vive un nuevo auge de popularidad.

La sala Astor Piazzolla fue el sitio a musicalizar. Posterior a degustar cerveza tirada, cortesía de Brew House, el público se dispuso a aguardar por el inicio de una noche atípica de martes: el debut de los norteamericanos en la ciudad y la primera actuación en el Auditorium de los veteranos de Altocamet y los novedosos Río Pardo.

El reloj marcó las 20 cuando la fiesta inició. Una pieza instrumental fue la que eligió Río Pardo para abrir la noche. Estaba cargo de un sintetizador protagonista, en la que el bajo, la guitarra y la batería acompañaron pasivamente. Llevaron adelante un set de 30 minutos. Tiempo suficiente para dejar expuesto su enorme potencial.

No son sólo una banda en sus inicios. Recién estrenaron un tema, India, el cual interpretaron, pero tienen material por demás interesante. Su sonido se marca por un groove lento, los sonidos son limpios, prolijos y atmosféricos. Tienen pasajes bien funky, comandados por las variables rítmicas del bajo, apoyado por una batería inmutable que suena justísima y los rasgueos incansables de la viola.

Entre los 4 integrantes se crea un ambiente espectacular. No hay desperdicio, no hay baches. En su lugar hay cuerdas, efectos, delay, reverberancia y canción. Mucha canción. Su punto fuerte son los momentos instrumentales que se fundamentan en la simpleza y su búsqueda de emotividad mediante matices exquisitos.


Los siguientes 40 minutos estuvieron a cargo de Altocamet, que comenzaron su performance cuando el telón todavía no se abría. Un sintetizador predominante, pero delicado, llevaron adelante la primera canción, a cargo de la voz femenina de Mariana Monjeau, en un ritmo invariable.

Sus destellos brillantes pasaron por aquellos momentos flasheros y eclécticos de sonidos electrónicos, pero también en esos minutos en que la guitarra tomaba mayor protagonismo. La sección rítmica merece una mención destacada por la gran conjunción lograda entre la bata y el bajo.

Uno de los atributos característicos de esta banda es la conexión que existe entre las voces de Adrián Canu Valenzuela y la ya mencionada Mariana Monjeau. Son voces simples que se amalgaman a la perfección. Más que dúo, cumplen el papel de una voz doble, lo cual no es lo mismo.

Una presentación que deja en claro que siguen tan vigentes como cuando iniciaron, allá por la década del ’90. Tal es así que hubo mucha promoción de su laburo más nuevo. Haber llegado a la Piazzolla, junto a Wild Nothing, es algo que destacaron.


Ahora era turno del título mayor. Wild Nothing, proyecto liderado y creado en 2009 por Jack Tatum, apostó a venir a Mar del Plata, la única ciudad no capital de todas las que visitará en su gira por Sudamérica.

Su lista de temas, que ocupó 1 hora, fue puro disfrute, éxtasis y melodías. La banda sonó espectacular en todo momento. El bajista tuvo una ejecución perfecta, en una música en la que su instrumento es crucial; las dos guitarras se distribuyen muy bien sus roles; el baterista marca la diferencia con ritmos y contratiempos originales; y el tecladista es el toque final, la frutilla del postre, quien lleva todo más allá.

Pero otro rasgo para destacar es la voz. La música es para la voz. La música es por la voz. La música es con su voz. El producto sería nulo sin ese factor. Tatum no es portador de una voz virtuosa, ni jugada, pero sí es la indicada, que significa mucho más.

Los ritmos medios son su zona de confort. Ahí todos se desempeñan con grandeza, y todos los instrumentos tienen su momento de brillantez. Los matices hacen que se deje de lado las composiciones complejas, ya que no es necesario que mute la sección instrumental de los versos. Algo muy difícil de lograr.

Fue una noche de satisfacciones para todos, tanto para el oyente, como para los músicos. No hizo falta que se complete la capacidad de la sala para que haya un clima de calidez. Una movida linda que merece más adeptos. Una movida que, sin dudas, se tiene que repetir, por el bien de todos.


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