viernes, 18 de septiembre de 2015

Lemmy Kilmister: consecuencias y excesos


"Quiero crear la banda de rock and roll más sucia del mundo", fue la primicia y el motivo por el cual hoy, y después de 40 años desde su creación, existe un grupo como Motörhead. Lemmy Kilmister, su líder, bajista y cantante, fue el ambicioso roquero que pronunció las palabras y enseguida buscó músicos, baterista y guitarrista, para formar el trío que concretaría su sueño.

Luego de centenares de giras y decenas de álbumes editados, la bestia comienza a cansarse. Kilmister mostró durante los últimos años un gran deterioro en su salud, lo que lo llevó a suspender la anterior gira del 2013. En 2015, con Bad Magic, su vigésimosegundo disco de estudio recién estrenado, las cosas no mejoraron, más bien empeoraron: el pasado 27 de agosto debió cancelar el recital en Utah, Estados Unidos, por problemas respiratorios. Con 69 años, el bajo le pesa y el micrófono se le aleja.

Es sabida la adicción de Kilmister a distintas sustancias. Desde siempre se conoció su fascinación por el whisky, incluso dijo que por día se tomaba una botella entera. Pero no es todo, ya que en el último tiempo declaró: "Tuve que cambiar el whisky por el vodka por los problemas de salud". Nunca le dio importancia, lo que lo llevó a dejar frases como "la resaca es para los que dejan de tomar".

Sin embargo él continúa firme. Hasta que se muera hará música. Quiere morir en el escenario. No deja, ni en sus días más difíciles, entrever signos de debilidad: su larga melena sigue negra, sus grandes bigotes dicen presente rodeando sus distintivas verrugas, su camisa sigue abierta para mostrar el pecho, y las mujeres en paños menores siguen bailando a su alrededor durante los shows.

A base de continuo esfuerzo ya se aseguró su rol legendario. Después de su existencia, el legado que dejará será tan grande como el que dejó su banda favorita, The Ramones. Toda la música pesada tiene en el pedestal a Kilmister, como debe ser. Y hoy, más que nunca, debe sentirlo.

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