martes, 22 de marzo de 2016

La batuta de la Banda Sinfónica Municipal busca heredero


El domingo 20 de marzo de 2016 no pasará desapercibido para la música local y nacional. No se lo recordará como una función más de la Banda Municipal de Música de Mar del Plata, si no como el último concierto del maestro Guillermo Becerra al frente de dicho organismo.

Después de más de 14 años, Becerra da un paso al costado para enfrentar un nuevo desafío: ejercer su rol en la Orquesta Infanto Juvenil. Ya supo, en la ciudad, desempeñarse como Director Titular de la Orquesta Sinfónica (1985-1997), Director del Coro de la Universidad FASTA (2001-2003) y Profesor del Conservatorio de Música Luis Gianneo.

Con cuatro décadas en la profesión, palmarés es el que le sobra. Fue reconocido en diversas ocasiones, se recibió de Licenciado y Profesor en Dirección Orquestal en la Facultad de Bellas Artes, realizó un postgrado en Alemania y cursos en Italia y Austria, estuvo al frente de la Filarmónica de Montevideo y de la Sinfónica de Maracaibo, entre muchas labores más.


La Banda Municipal es uno de los organismos más antiguos de la ciudad. Estar al mando es un privilegio que requiere de mucho conocimiento e instrucción. Ser el segundo maestro que más tiempo estuvo al frente tampoco es poca cosa. Becerra se encuentra sólo por detrás de Antonio Galeana, que la supo dirigir desde 1960 hasta 1976.

Que su último concierto realizado se emparente con el cierre de un festival en honor a Astor Piazzolla, el compositor más singular y significativo de la historia marplatense, le otorga una simbología mucho más especial y emotiva. La música y las interpretaciones fueron majestuosas, como es costumbre.

Desde un principio se lo notó conmovido al hombre de la batuta. Sin embargo nunca perdió su carisma y humor característico con el público. Obtuvo placas de parte del Municipio y de su banda. Se cansó de saludar y felicitar a sus músicos. Fue un continuo agradecimiento a aquellos que cumplieron con su labor e hicieron brillar su mandato.


Sonó Lo que vendrá, Mar del Plata 70, Fugata, Oblivion, S’il vous plait, Pedro y Pedro, Verano Porteño, Adiós Nonino, Chiquilín de bachín, Fuga y misterio y Libertango. Vida y obra de Astor. Esas piezas que fusionan tango, música clásica y tantos sentimientos.

Sin embargo, para cerrar, y a modo de despedida, Guillermo Becerra invitó a oír Muerte de amor, obra de Richard Wagner que cierra la ópera Tristán e Isolda: "una pieza que me conmueve a mí y a los músicos”, dijo. Su final, un acorde en si bemol mayor, estremeció a los presentes en el Teatro Colón y lágrimas se desprendieron de varios espectadores, incluso del maestro.

No hubo más palabras de parte del Director. Salió de la escena tal y como entró: elegante, sonriente, emocionado, efusivo en su trato con los músicos y con su batuta en mano, que ahora descansa. Por la cual concursarán en la brevedad para encontrar al heredero. Que deberá estar a la altura de semejante figura saliente.


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