jueves, 14 de mayo de 2015

Steven Wilson

Ph: Martin DarkSoul


12/05/15- Steven Wilson se presentó este martes en el Teatro Vorterix, en el marco de su nueva gira mundial que promociona su último y recientemente estrenado álbum de estudio, Hand. Cannot. Erase. Supuso la tercer visita del artista al país.

Buenos Aires progresó rock, digerió progresiones y explotó con la llegada del gurú del rock progresivo. Aquel artista multi-facético y multi-instrumentista, partícipe de numerosos proyectos, que hoy se centra en su carrera como solista, la cual comenzó con Insurgentes en el 2008.

La apertura de las puertas estaba pactada para las 18, lo que convocó a los ansiosos antes de lo esperado. Una hora y media después, y con dos cuadras de fila sobre la vereda que da a la avenida Alvarez Thomas, la gente tuvo el permiso para ingresar al establecimiento. La espera dio lugar a la observación del público heterogéneo que iba a presenciar el show: metaleros pelilargos; jóvenes prolijos; gente recién salida del laburo, bien vestida; cincuentones con chapas voladas; individuos que fumaban cigarrillos de marihuana, otros de tabaco; y escasísimo género femenino. Otro aspecto, como es de ocurrir en los recitales del género, fueron las numerosas remeras con logos de bandas: había de King Crimson, Led Zeppelin, Pink Floyd, Dream Theater, Génesis y Opeth.

Pasados treinta minutos de las 20 fue el momento para que las luces de la sala repleta se apaguen, se encienda la pantalla gigante detrás del escenario y comenzara a escucharse un sonido intermitente que se definiría en First Regret, pieza que abre el nuevo disco. Instante para que los cinco músicos salten a escena. Wilson vino acompañado por los ya habituales Nick Beggs -encargado del bajo, el chapman stick y los coros- y Adam Holzman -al mando del piano, el órgano y el sintetizador-. Luego acompañaron Craig Blundell, en batería, y Dave Kilminster, en guitarra, reemplazando a las ausencias esperadas de los que graban en estudio: Marco Minneman y Guthrie Govan.


Para sorpresa de muchos, Hand. Cannot. Erase. fue tocado en su totalidad -exceptuando Transience-. El acompañamiento de la historia narrada en las líricas por los videos proyectados, dio al espectáculo la magnitud de un largometraje, cuya banda sonora tocaba en vivo con su reproducción.

Más allá de las nuevas canciones, se escucharon composiciones de sus anteriores trabajos: primero Index, de Grace for Drowning; Harmony Korine, de Insurgentes; y The Watchmaker, del inmediato predecesor, The Raven That Refused To Sing...And Other Stories. También hubo lugar para una emotiva versión de Thank You de la cantante canadiense, Alanis Morissette. En esta sección, el músico inglés contó con comicidad acerca de sus influencias, dentro de las cuales incluyó a XTC, banda de la cual tenía puesta una remera.

Pero el mejor momento de la noche se lo llevaron las dos canciones de Porcupine Tree, antigua banda de Wilson, la cual se encuentra en un hito indeterminado. Tocaron Lazarus y, como frutilla del postre, la pesadísima Sleep Together. Oportunidad para los fans más añejos de desgarrarse la garganta cantando sus añoradas líneas.

Todo pareció terminar, pero luego de insistencias y cánticos, el quinteto salió a tocar una última pieza para concluír el recital: la sentimental y desgarradora The Raven That Refused To Sing se llevó todos los aplausos en una ensordecedora ovación acompañada, en algunos casos, por ojos inundados de emoción producto de casi dos horas y media de canciones ejecutadas casi a la perfección.

El reloj marcó las 23 y todo estaba como al principio: la sala vacía y su vereda llena de personas maravilladas y hablando entre sí anonadadas. Una gala que lo tuvo todo: agresividad y mucha potencia, momentos dulces y emocionantes, momentos de humor y momentos de terror a base de las imágenes exhibidas. La dosis perfecta para esa masa conformada por individuos tan diferentes que se unieron bajo un mismo aplauso. Todo redondeado en artistas que no escatimaron a la hora de tocar e hicieron valer cada centavo de su entrada.

Párrafo aparte merecido para el teatro, su sonido y su puesta en escena, no así para su organización horaria. Una sala con una acústica increíble, cuya cúpula en el techo emula una esfera sonora que atrapa al público con sus paneos. Decibeles y graves que destrozarían los cimientos de cualquier edificio se encierran en esas cuatro paredes, transformándose para el oyente en una experiencia única.




3 comentarios:

  1. Aclaro que Steven tenía puesta una remera de XTC, no de los Smiths. El sonido del Vorterix es bueno siempre que uno esté en el centro, en las barras hay parlantes que reproducen solo algunos efectos y micrófonos específicos que saturaban tapando el resto. No todo es tan perfecto y la organización siempre deja mucho que desear.

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    1. Gracias por la corrección y la opinión. La organización claramente fue caótica, lo que sucede en las barras no lo experimenté.

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