sábado, 22 de noviembre de 2014

The Victor Wooten Trio



Ayer por la noche se presentó en Mar del Plata, en el Teatro Roxy del Centro de Arte RadioCity + Roxy + Melany, San Luis 1750, Victor Wooten junto con sus dos compañeros de proyecto, Regi Wooten, en guitarra, y J.D Blair, en batería. Supuso la primer visita a la ciudad del músico estadounidense.
Regi Wooten

La entrada estuvo a cargo del trío conformado por Alejandro Serravalle (bajo), Lucas Muñoz (teclado) y Jeremía Scoccimarro (batería), quienes dejaron a disposición, con todas las butacas ocupadas, la sala para el plato principal. Exactamente a las 22:30, Victor Wooten salió al escenario y, luego de que su asistente anunciara “por favor, no saquen fotos con flash porque a Victor le molesta”, empezó su show.

Interpretó de manera solitaria The Lesson, canción perteneciente a su disco solista Palmystery, para luego dar bienvenida a su hermano mayor, Regi Wooten, a quien luego apodaría The teacher por ser quien lo introdujo en el instrumento a la temprana edad de 2 años, y a J.D Blair, prestigioso baterista con quien ya había compartido giras y estudio.

J.D Blair
La lista de temas comenzó muy arriba con el funk y con Blair como personaje excluyente, aportando con su humor a la risa de los espectadores. Luego, el setlist entró en una meseta cuando los hermanos Wooten – esto es una opinión exclusiva a la que todos están invitados a criticar –pecaron de virtuosos: solos interminables que con el correr de los minutos pierden su esencia, solos que por momentos son solo tapping y slap sin sentido, solos que no me transmitieron ninguna emoción. Esto no significó que la sala no alabara y ovacionara a los músicos.

Sin embargo, el espectáculo tuvo sus puntos altos con las vocalizaciones de los tres integrantes y con versiones de canciones del gran Chick Corea. Incluso se atrevieron a, entre tantas notas por segundo, disminuir el ritmo e interpretar Kashmir de Led Zeppelin. El cierre fue una de las cosas más llamativas: Victor Wooten comienza una cuenta regresiva desde el 11. Con el número nombrado mutaban los compases utilizados, a los cuales los intérpretes se adaptaban – realmente son tres metrónomos humanos -, durante los cuales improvisaban y el líder del proyecto demostraba por qué tiene 5 premios Grammy en su haber.

Todo finalizó con el grito del moreno: ¡ZERO! Seguido por la locura de los presentes, quienes luego esperarían largo rato afuera para poder conseguir una foto con ellos. En total fueron dos horas de música que complacieron a los afortunados que pudimos presenciarlo.

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