lunes, 12 de octubre de 2015

Malón - Nuevo Orden Mundial


Qué relevancia tiene que tener una banda para que, luego de estar 19 años sin hacer música nueva, estrene un disco y acapare la atención de todos los seguidores del género que tocan. Esto le sucede a Malón hoy. De repente, sacaron nuevo álbum y todos los metaleros ahí, para ellos, con sus oídos atentos.

'Nuevo Orden Mundial' es el nombre de la nueva placa. Se trata del tercer trabajo en estudio de los argentinos, luego de 'Espíritu Combativo' (1995) y 'Justicia o Resistencia' (1996). Un hito de 9 años debió transcurrir para que la formación original se reuniera: en 2011, Claudio O'Connor (voz), Antonio 'Tano' Romano (guitarra), Karlos Cuadrado (bajo) y Claudio Strunz (batería) volvieron para grabar dos DVD en vivo ('El Regreso Más Esperado' y '360º'), para finalmente tomar la decisión de volver a crear música.

Son 12 las canciones que componen este elepé. Hay mucho metal del tradicional Malón, pero también hay novedades. El cuarteto se animó, por momentos, a experimentar con los sonidos: guitarras suaves y voces limpias. Acá va:

Canción por canción

'Nuevo Orden Mundial': riff de cuerdas al aire, la bata con su doble bombo acompañando, y comienza O'Connor con su tono habitual. Sube en la parte del estribillo, que, por cierto, es un gran estribillo. Canción para abrir el disco. Convincente y sin muchas vueltas.

'El Infierno de Ayer': sigue la tendencia de la anterior pista. Sin dudas, son los maestros para generar que el público agite la cabeza. Tienen una rítmica especial, digna del groove metal, lo que hace de una canción cuadrada, una canción para romper todo. Incluso la garganta, mientras cantás: "Para vos es fácil mandarme a cagar".



'Barbarie Colectiva': un tema que no logra convencer. El punto más flojo, quizás, sea su estribillo. Suena trillado y sin frescura. Los minutos pasan más lentos que en las dos anteriores canciones.

'Mi Digna Lealtad': mejora bastante con respecto a su predecesora: hay pausas bien marcadas, la viola crece un poco más y las líneas cantadas caben en el contexto.

'Fuiste y Serás': una introducción rabiosa con una guitarra trabada, a la que se suma el redoblante potente de la batería. El protagonismo se lo lleva el interludio. Todo se detiene y empieza a sonar una acústica, un punteo suave arriba, y O'Connor muestra uno de sus mejores dotes: la voz limpia. De repente todo es pura emocionalidad hasta que vuelve el metal crudo.

'Recordar Para No Olvidar': un solo de guitarra a puro wah-wah da inicio a la sexta canción. Resalta totalmente el estribillo. Es realmente bueno: O'Connor intenta con sus agudos y lo apoyan unos coros más graves. La frase "de tiempos violentos" todavía resuena. El vocalista gasta la voz como nunca en esa sección.

'Plata o Plomo': los incansables pies de Strunz siguen llevando adelante la banda con sus bombos. Cuadrado y Romano no hacen más que musicalizar sus ritmos infernales. Poco más de 2 minutos hacen a la canción más breve del álbum.

'Deshacer El Plomo': sí, es Claudio O'Connor. Terrible la voz en esta oportunidad. Se asimila mucho al proyecto paralelo del cantante, O'Connor, en donde interpretan música más orientada al hard rock, más liviano que Malón. Lo revolucionario aprueba a la canción.

'Devorador De Sueños': una intro en medio tempo siempre llama al oyente, más si luego da entrada a una buena letra que se desarrolla en buenas melodías. Se percibe uno de los mejores esfuerzos vocales y, la canción es, sin dudas, uno de los pilares fundamentales del disco.

'Triste Funeral': los estribillos salvan a esta interpretación. Los primeros segundos hacen ilusionarnos, pero el transcurso de los versos se ve falto de matices. Lo dicho, las partes intermedias bajan el ritmo y mejora mucho al producto. El final es otro punto positivo, con voces lejanas hasta desvanecerse.

'La Matanza': la guitarra del inicio, bien sucia, marca la tendencia de los minutos venideros. Otro de los puntos destacados del disco, sin dudas. Cambiante y novedoso para la banda. Muy positivo.

'Una Luz': una balada sin precedentes para Malón. O'Connor lleva todo adelante con su voz grave, más presente que nunca. Otra novedad: hay violines y cellos, que llevan la emotividad a otro escalón más alto, que se corresponde con una letra muy sufrida.

La producción es acorde al sonido de la banda. Las grabaciones fueron en el estudio Romaphonic, a cargo del productor Javier Casas, y el disco fue masterizado en Nueva York, por Chris Gehringer.

Desde su retorno, han demostrado que siguen vigentes para continuar girando. Y ahora, demuestran su vigencia en la composición. El resultado es más satisfactorio de lo esperado. Había dos opciones: descansar dos décadas para lanzar un disco que decepcione a todos y retirarse definitivamente; o descansar dos décadas, hacer entrañable a la banda, y volver en el momento indicado con un buen laburo debajo del brazo.

Malón volvió a rugir. Malón comienza, esperemos, una nueva etapa. Ojalá que un disco traiga al otro y que el metal nacional renazca, de una vez por todas, a partir del despertar de uno de sus hijos pródigos.

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